El presente documento pretende un acercamiento a las problemáticas que encierran las principales cuencas hídricas superficiales del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Procura un aporte a la reflexión colectiva de una realidad que nos involucra de una u otra manera, activa o pasivamente –ya sea porque vivimos y formamos parte de algunas de las cuencas en cuestión, o porque solidariamente participamos de algunas de las instancias estatales involucradas.
Los casos del Río Matanza-Riachuelo y el Río Reconquista
El agua constituye sin duda un bien indispensable para la vida en la Tierra; no solo la vida humana y de sus comunidades, sino la de todos los ecosistemas. La Naturaleza ha dotado a América del Sur de enormes riquezas, en términos de biodiversidad, suelos, climas y aguas. Argentina constituye hoy uno de los países con mayor disponibilidad de agua de la región y del mundo.
No obstante, la distribución de esta varía a lo largo y a lo ancho del territorio nacional, desde zonas de abundancia como el litoral de la Cuenca del Plata, hasta regiones de gran aridez en la zona central y el oeste del país.
Esa variación en la distribución también se da en el orden temporal, ya que los caudales varían sensiblemente a lo largo del año y de un año a otro.
Dos tercios del país presenta características propias de escasez de agua, en tanto que el tercio restante sufre temporalmente los efectos perjudiciales de sequías e inundaciones.
Estas particularidades del ciclo del agua, obligan a un ejercicio de solidaridad en el tiempo entre todos aquellos que nos servimos de ella. De igual modo, esta solidaridad (o la falta de ella), se expresa también en el espacio a partir del concepto de cuenca hídrica, entendida como el “área que tiene una salida única para su escorrentía superficial”. Las formas del agua en la superficie y sus interacciones, ordenan el territorio y los ecosistemas asociados a él. Son el espacio donde la vida se expresa, se produce y se reproduce.
Los distintos ecosistemas de la cuenca cumplen ‘funciones ecológicas’, como la regulación del ciclo hidrológico, ciclos biogeoquímicos, refugio de biodiversidad, depuración de aguas, y sus ‘atributos paisajísticos’ posibilitan en muchos contextos geográficos actividades culturales, turísticas, recreacionales y residenciales. A este tipo de aprovechamientos para la sociedad se los denomina servicios ecológicos, y son los que proporcionan, en gran medida, el sustento de la sociedad humana.
Así, podemos concluir preliminarmente que “el agua no es el agua”, toda vez que las acciones sobre ella inciden de una u otra forma sobre el entorno que la contiene y las comunidades que lo habitan.
por Roberto Adaro