De Airbnb hay muchas noticias y pocos datos. La plataforma creada en 2008 ya está valuada en más de 35 mil millones de dólares y tiene más de 6 millones de ofertas en 100.000 ciudades -más que las plazas de las seis mayores cadenas hoteleras juntas. Sin embargo, en la medida en que la empresa no abre los datos masivos que administra, la información sobre cómo evoluciona este mercado de alquileres temporarios -que es clave para poder gestionar sus impactos en las ciudades- es difícil de construir.
Como parte de la estrategia de comunicación e incidencia, el informe que publicó la empresa a principios de mayo de 2019 salió a hablarle a su adversario más protagónico: la industria hotelera. El reporte destaca la incorporación de hoteles boutique como anfitriones de la plataforma y celebra que muchos actores del sector que eran escépticos sobre el home sharing y que invirtieron millones de dólares en campañas contra quienes comparten sus viviendas, ahora buscan replicar la iniciativa. Remarca, además, el origen épico del modelo, cuyos orígenes pueden rastrearse hasta el siglo XIX cuando Lincoln se hospedaba en pensiones, donde compartir con otra gente era una experiencia que daba forma a sus ideas políticas. A pesar de ello, la empresa reconoce que el lanzamiento en 2008 permitió un crecimiento explosivo entre quienes necesitaban ingresos extra en medio de la crisis global. Una expansión motorizada, además, por el gigantesco nicho de mercado que representan los millennials, que sólo entre China e India son más que la población total de Estados Unidos. Con la misión de “crear un mundo donde cualquiera pueda pertenecer a cualquier lugar”, hoy se registran seis huéspedes por segundo.
Desde el inicio con alojamientos y luego con la expansión hacia experiencias, aventuras, restaurantes y -recientemente anunciado- con la creación de un proyecto hotelero propio, la empresa se inserta el área de los servicios turísticos. Sin embargo, ya son varias las ciudades alrededor del mundo donde el fenómeno se empezó a estudiar como parte de las problemáticas del mercado inmobiliario y, junto con ello, diversos gobiernos han encarado medidas de regulación de la plataforma que apuntan a controlar los impactos que el crecimiento de la oferta de alquileres temporarios tiene sobre el acceso a la vivienda.
Esta discusión se vuelve particularmente relevante en Buenos Aires, una ciudad con déficit habitacional persistente y donde la creciente valorización de las propiedades amplía cada vez más la brecha con los ingresos, dificultando el acceso a la vivienda adecuada para sectores crecientes de la población.