El mercado de trabajo hacia la post-pandemia
por Mariana Sosa e Ignacio Smith
Este nuevo informe del área de Trabajo y Producción del Centro de Estudios Metropolitanos (CEM) analiza la brecha de género en el mercado de trabajo en el tercer trimestre de 2021, a partir de los microdatos publicados por el INDEC en febrero de 2022.
“El macrismo y la pandemia afectaron de forma desigual los diversos sectores de la economía por las características de las cuarentenas. Pero en términos generales profundizaron las desigualdades existentes afectando en mayor medida a las mujeres que son las que ya venían con mayor precariedad, desocupación y bajos salarios. Son necesarias políticas de largo plazo para romper con la feminización de algunos roles laborales provenientes de la lógica patriarcal como el cuidado y la educación pero también necesitamos políticas urgentes frente a un escenario de mantenimiento de los niveles de pobreza y aumento del precio de los alimentos por la situación internacional”, explica Matías Barroetaveña, director del CEM.
En el informe se observa que en el tercer trimestre de 2021 las mujeres superaron por primera vez los niveles de ocupación previos a la pandemia, pero con recuperación más lenta que la de los hombres. La actividad económica y laboral se sigue recuperando pero, por ejemplo, las mujeres ganan 24% menos que los varones. A su vez, sólo el 17% de las ocupadas percibe un ingreso laboral mensual superior a la Canasta Básica Total.
Las brechas de género en el mercado laboral se expresan de diferentes maneras. Una de las principales tiene que ver con la decisión sobre participar o no en el mercado laboral. La tasa de actividad femenina, aquella que mide la cantidad de mujeres que conforman la fuerza laboral sobre el total de la población, es del 40%, mientras que la de los varones es del 54%. La menor participación en el mercado laboral tiene que ver fundamentalmente con la desigual distribución de tareas al interior del hogar, su mayor participación en tareas domésticas y de cuidado, bajo la forma de trabajo no remunerado, limita las posibilidades de las mujeres de insertarse en el mundo del trabajo.
Por otro lado, las mujeres muestran una tasa de informalidad mayor que la de los varones. Mientras que las mujeres presentan un 36% de informalidad, los varones tienen el 31% de sus ocupados en esa condición. Quienes se llevan la peor parte son las mujeres jóvenes: entre ellas la tasa de informalidad asciende a 53%.
El informe también analiza las ramas de trabajo. La más importante para el trabajo femenino es el servicio doméstico que es la que tiene los salarios más bajos y un 77% de informalidad. Pese a que las otras ramas recuperaron los niveles de ocupación previos a la pandemia, no ocurre lo mismo con el trabajo doméstico. En 2019 tenía 17% de las mujeres ocupadas, actualmente representa el 14%.
“Si bien los datos del 3° trimestre de 2021 son positivos ya que muestran que los niveles de ocupación de las mujeres logran, por primera vez, superar los niveles previos a la pandemia, las asimetrías estructurales impiden que el mayor dinamismo económico se traduzca en un achicamiento de la brecha entre varones y mujeres. Esto se observa claramente si tenemos en cuenta que una parte significativa del aumento de puestos de trabajo se da en el sector informal y en las categorías más precarias del cuentapropismo. Y qué más del 80% de las mujeres ocupadas tienen ingresos laborales que no alcanzan a cubrir la canasta básica total”, finaliza Mariana Sosa, investigadora del área de Trabajo y Producción