Buenos Aires, pionera en América Latina en la construcción de su red de subterráneos, ha quedado relegada frente a otras ciudades de la región. Mientras que ciudades como Santiago de Chile triplican la extensión de su red, y otras como Lima, Quito, Panamá y Bogotá avanzan con nuevos proyectos de metro, la capital argentina atraviesa su primer freno total en obras de subte en 50 años. La última licitación para la expansión de nuevas estaciones se realizó en 2010, y desde entonces no hay ninguna obra en curso.
La ley 670, sancionada en 2001, sigue vigente y prevé la construcción de tres nuevas líneas: F (Barracas-Palermo), G (Retiro-Villa del Parque) e I (Parque Chacabuco-Ciudad Universitaria). Estas líneas permitirían mejorar la conectividad en zonas actualmente dependientes del colectivo y ofrecer alternativas de viaje que no obliguen a pasar por el Microcentro.
Sin embargo, a pesar de la importancia estratégica de la expansión del subte, este medio de transporte es el que menos pasajeros ha recuperado desde la pandemia. En junio de este año, solo transportó el 59% de los pasajeros registrados en el mismo mes de 2019. Además, el precio del boleto, que duplica al del colectivo, actúa como un desaliento a su uso.
El subte es un medio de transporte más eficiente en términos de capacidad, tiempo de viaje y sustentabilidad. A pesar de esto, la política tarifaria del gobierno de la Ciudad continúa incentivando el uso del colectivo en lugar de reforzar el subte.
Actualmente, dos tercios de los viajes en transporte público en Buenos Aires se realizan en colectivo, un medio menos eficiente y sustentable que el subte. Además, el deterioro del servicio en las líneas más utilizadas, como la B y la D, que presentan demoras e interrupciones frecuentes, contribuye a la caída en el número de pasajeros.
Paralelamente, el debate sobre la reforma del Código Urbanístico de la Ciudad, que busca incrementar la densificación en avenidas del norte y promover desarrollos inmobiliarios en el sur, no incluye una planificación adecuada de la oferta de transporte. Las transformaciones urbanas de los últimos 25 años no han sido acompañadas de una discusión sobre cuáles son las conexiones más prioritarias para la Ciudad.
La falta de obras de expansión del subte no responde a la imposibilidad, sino a la falta de consenso sobre su necesidad. Es imprescindible recuperar ese consenso y avanzar en mecanismos de financiamiento que permitan mejorar la red de subterráneos de Buenos Aires.